jueves, junio 02, 2011

Oremos, Hermanos

Soy manipuladora. Todo el que haya leído mi bio lo sabe.

¿Me enorgullezco de serlo? En términos sencillos, sí, en términos no tan sencillos también, obviamente o no lo pregonaría como bandera de barco.

Soy tan manipuladora que rayo en lo controladora, e incluso quizá me denominen maquiavelica, yo digo "Bah, si no tienen la voluntad para defender o incluso tomar sus propias decisiones, pues bienvenidos sean a mi reino, hijos míos... o de sus padres, mejor".

Mi lado manipulador no se remite a terceros, cuartos o quintos, su mano llega mucho más lejos, a lugares que algunos no se atreven a viajar ni en sus ratos más oscuros o suicidas (¡oy eso!, ¿de dónde saqué tanto dramatismo? whatever) me refiero a mi persona, obviamente.

¡Uy! ¿Qué tiene de extraordinario eso?, se preguntaran ustedes, si con el simple acto de tomar un vaso con agua y dar la orden a la mano ya controlan a su cuerpo y pueden sentirse amos de una maquina cuasi perfecta, o uno más como tantos habitan en el mundo.

Cualquiera puede tomar un vaso de agua, a excepción que estén enfermos, o se llamen Hawking o de plano no tengan mano y no sepan utilizar los pies, en tal caso, pues en verdad están jodidos, pero ese no es el punto. Me refiero a controlar lo que no se puede directamente: latidos del corazón, interacciones neuronales, sanación rápida, manipulación de recuerdos (como Slughorn) manipulación de miedos, manipulación de conocimientos en orden alfabético e incluso el sistema inmune: exacto, me refiero el control del cuerpo a nivel sistemático o celular. Señores, éso sí es control en uno mismo.

No es fácil descubrir el control del cerebro, el poder de la mente, el pensamiento e incluso controlar el inconsciente.

Toda esta introducción por una breve conversación con un católico de hueso colorado, o negro, quizá hasta blanco, digo no le pude hacer una autopsia para comprobar el color de sus huesos lo cual no me importa. 

El señor se declara orgullosamente católico porque "ha visto los milagros que la oración puede hacer por las personas" y todo lo que ese comentario conlleva.

Me encantó porque cuando referí la podredumbre que hay en el sistema católico dijo que los padres, como "soldados de Dios" reciben ataques directos de demonios y hay veces que estos pueden ceder a las tentaciones y caen, en estos casos hacen lo que todo buen religioso católico hace pugnado por ayudar al prójimo en desagracia: Orar.

Esto viene seguido de relatos de curaciones milagrosas gracias a rezos y oraciones hechas en grupos y todo aquel rollo espiritual.

Yo no niego los "milagros" aunque me limito a llamarlos de otro modo "consecuencias".

Verán, he presenciado el poder de la "fe", pero no como una recompensa de Dios  (cualquier Dios) para con su "oveja", sino es más la programación a nivel inconsciente de la que somos capaces de hacerle a nuestro cerebro. Casos hay muchos, bien citados y documentados. Uno sencillo es el poder de la adrenalina liberada en ciertos momentos de presión emocional o física y que nos hace capaz de mover autos con una sola mano y cosas por el estilo.

Ahora, el punto aquí es que las interpretaciones es lo que hacen a uno creer o no.

Yo no creo en el poder de la mente sobre el cuerpo, yo que la mente tiene poder sobre el cuerpo; eso no es creencia y la dificultad no viene en "saberlo" o "creerlo" sino en la capacidad de ejercerlo.

Ahora, si se preguntan en milagrosas sanaciones por grupos de oración no estoy negando que aquello sea completamente imposible, sino simplemente daría lo mismo si se le rezará a Jebús, Zeus o Alah con tal de que la voluntad esté bien enfocada, y obviamente no estoy haciendo de menos a la medicina y virus o bacterias, simplemente digo que todo radica en el control profundo sobre nuestro propio sistema. He ahí la cuestión pequeños saltamontes.

Ahora vayan, salten y salten en las montañas.

PD. La palabra "dispersa" se queda corta en esta entrada.
PD2. Post cortesía de una temperatura mañanera de 10º. ¡Usé suéter!, Oh My Fucking God, ¡sentí frío en la mañana!