De esas veces que al parecer viajas en el tiempo y te encuentras en lugares que creías extintos, como la Antartida o The Hells Kitchen, y el maravilloso momento en que te das cuenta de que es tu mente la que te lleva a viajar pero sin despegar los pies del piso ni tu trasero del asiento mullido del sillón. Extraño esas veces.
Ok, es patética la descripción anterior, pero considerando que me siento un poco frustrada y mucho muy enojada (supuse que escribir "encabronada" no haría que me sintiera mejor) creo que expone mi punto a la perfección.
Ahora sólo tengo ganas de maldecir. Maldecir mucho. Maldecir en todas las lenguas en las que sé maldecir e incluso me siento lo suficientemente frustrada como para inventar unas cuantas nuevas lenguas para maldecir ampliamente y mucho mejor, porque ¡caray!, llega un momento en que golpear es lo único en la lista para enfrentar las cosas.
Fíjate, ni siquiera había pensado en las posibilidad de embarrar pasteles de crema en la cara del de enfrente, y esa, my friend, ésa es mi manera extrema de resolver conflictos.
Cuando pasas horas de insomnio tienes que ocupar tu mente en temas aburridos porque las ovejas ya no funcionan como antes, pero conociéndome nunca puedo mantener mi pensamiento en temas aburridos por lo que tenía una lista de lugares a los que me gustaría viajar solo para crear controversia, you know: entrar al Vaticano con minifalda, entrar a las casas antiguas de Japón con zapatos llenos de lodo, romper las puertas que están hechas de papel para sentirme la mujer de acero, ir a Alemania y abrazar a todos repartiendo lilas (con chaleco antibalas, por supuesto), viajar a Cuba y comprobar personalmente si Castro es inmortal, y claro viajar a China para celebrar la Navidad a lo grande.
Bueno, si se ve el lado curioso es que no tuve que viajar demasiado para sentir la represión, porque, Dorothy, déjame informarte que ya no estás en Cansas.
Resulta que ahora es sumamente ofensivo colgar una que otra bruja, pegar calabazas en las paredes y calacas saludándote.
Recuerdo que hace un año, aproximadamente, cuando me vine a meter a uno de los nidos más pestilentes de la religión y me convencí en que probar límites de los testigos sería sumamente interesante, ya sabes, controlar y estudiar la psique de los demás que viven en casa de la Sra. Kim, representaría una excelente oportunidad de experimentar un mundo lleno de restricciones mientras yo me mantendría en el límite de las limitaciones (ja, "en el límite de las limitaciones" ¿sólo yo pienso que suena absurdo?)
Bueno, las restricciones me han alcanzado y ahora de mi cabeza no puedo sacar la imagen de hacer una fogata en medio de mi cuarto y comenzar a danzar desnuda alrededor invocando al Dios de la guerra para que acabe con la Sra. Kim y la palabra "venganza" es un goteo constante en mis pensamientos.
¡Puedes irte! Me dice una de las voces, pero si algo he aprendido es que irse, de cualquier cosa, de cualquier asunto es una forma de derrota. Siempre. Así que no, me niego a adaptarme a las mentes retrogradas y estúpidas a mi alrededor o desaparecer para cederles el paso, me niego a doblegarme. Irme sería otra forma de doblegarme y a mí sólo una buena patada en el estómago me doblegaría.
Si a alguien le parece absurdo iniciar una guerra por unos simples adornos, les diré que no es la primera vez, ya alguien había provocado una guerra por unos dibujos (para ser exactos sólo fue el principio de una estrategia) y dudo que ahora subestimen el el propósito y objetivo de la defensa, o ¿es que al caso alguien puede creer que ver el inicio de una guerra por hacer caricaturas de judios comparándolos con ratas fue una exageración?, pues les diré que: ¡vaya, amigo! así comenzó el Holocausto.
Me retiro, tengo una cita con Gengis Kan.
1 comentario:
Lo de Alemania no me quedó claro lo "controversial" O.o perdonarás mi ignorancia.
Si, es buena idea ver los límites de la gente, siempre y cuando no les provoques un daño irreversible porque eso es dar gato por liebre, en cierto modo (si la persona en cuestión no ha querido hacerte daño, si no, dale!!).
Suerte con tu cita.
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