Responsabilidad y lealtad y responsabilidad y lealtad... ¿Quién puede no tenerlo grabado en la corteza cerebral? Bueno, sí hay quienes no conocen aquellas palabras, pero hablemos de la gente que las tiene en su código genético, digamos una jovenzuela hermosa que se ve en un gran dilema por aquellos estigmas grabados hasta el tuétano de los huesos. Hablemos de mí (¿de quién más si no?)
Mi pregunta existencial y muy personal me lleva a la publicación de la siguiente entrada por un dilema que de seguro alguien más ha tenido que responder, o es mi esperanza que alguien lo haya sufrido porque sería totalmente injusto que yo sea la única con tales cuestiones que me despiertan a las siete de la mañana impidiéndome disfrutar de un día en que pude haber despertado a medio día.
¿Qué cuestión podría interesarnos a todos?, se preguntarán ustedes. Bueno, en realidad no sé si les interese y ese punto lo dejo a su criterio.
Hace menos de veinticuatro horas recibí una oferta de trabajo, una muy buena oferta de trabajo, no es seguro aún, de hecho tengo una cita hoy mismo. La gran duda existencial que me ocupa es el de la lealtad.
Mi trabajo actual me agrada, mis jefes me adoran y desde que entré a laborar con ellos me han protegido como huérfana en medio del mundo laboral hostil. Es obvio que el sentido de lealtad para con ellos y no para la empresa se haya instalado en mi sistema operativo y ahora me veo con el terrible sentimiento de culpa por pensar en abandonarlos tan repentinamente.
¿Cuáles son los límites de la lealtad?
Tengo una idea bien precisa y firme de que uno se debe procurar el bienestar personal ante todo, pero ¿hasta qué punto uno entra en la irresponsabilidad de abandonar sus obligaciones ante tal propuesta?
Creo que esto lo viene a agravar más la falta de tiempo, todo se dio de un momento a otro sin darme la oportunidad de poner sobre aviso a mis jefes. Ahora mismo hay labores importantes en la oficina en que mi participación es totalmente necesaria. Soy indispensable por ahora. El trabajo que realizo no lo puede hacer alguien más sin la debida capacitación lo que me hace retorcer por el hecho de sentirme como toda una irresponsable por pensar siquiera en abandonarlos justo ahora.
¡Vaya!La Voz es bastante latosa.
La lealtad sobre el Yo.
Si preguntan a Ann y a mi responderemos ambas que sin duda el Yo tiene un gran peso en mi proceder, pues soy yo de quién se trata el asunto y sin duda alguna estaría genial un cambio de ambiente laboral, mayores posibilidades de progresar y avanzar, más tiempo libre el cual podría ocupar para comenzar los proyectos que he estado postergando sin contar una mejor calidad de vida por el aumento del metálico en mis bolsillos.
Sin duda pensarán ¿Qué hace esta mensa pensándolo? debería aceptar la propuesta y dejar de hacernos perder el tiempo. Dos de mis yo lo están diciendo justo ahora, pero ¿ya mencioné que tengo a La Voz gritándome muy agudamente?
¡Oh! Deja vu... ya pasó.
Hasta ahora como nada es seguro y cualquier decisión que tome puede ir al desfiladero dependiendo del resultado de la entrevista de hoy me hace sentir en la incertidumbre. La moneda está en el aire y dependiendo de lo que caiga entre otras variantes deberé tomar una decisión... o no tomarla. Todo es tan complicado.
Ahora que si no pasa nada, pues vaya forma de perder mi tiempo y el de ustedes, aunque considerando que todo homosapiens debe laborar algún día de su existencia puede correr el riesgo de tener que responder preguntas parecidas a esta y puede que ustedes no se ahoguen en un vaso de agua como justo lo hago ahora deben de poner indulgencia en mi caso por el simple hecho de que odio la incertidumbre de la indecisión.
Tal vez no pase nada, tal vez por la tarde vuelva la calma a mí, tal vez llegue un momento en que quiera arrancarme la cabeza (no lo intente en casa sin la supervisión de un adulto cuerdo).
Esto de hacerse mayor y pensar en el futuro es tan jodidamente complicado.